domingo, 27 de septiembre de 2009

El "pequeño esfuerzo" de coeducar



Andrea Fernández Fernández (col. AN 05747). Área Transversal de Género.

Artículo publicado en el Boletín Informativo del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental. Julio-Agosto de 2009, nº 72


Las estadísticas relacionadas con la violencia de género nos siguen mostrando cifras realmente terribles. Por destacar alguna: desde enero de 2003 hasta marzo de 2009, la media de víctimas mortales por violencia de género en España al mes ha sido de 5,6. Desde septiembre de 2007 hasta abril de 2009, se han atendido en el 016 una media de 187 llamadas al día. Tremendo.

Analizar estos datos y tener una visión optimista, sobre la violencia de género en concreto, y sobre la igualdad en general, es arriesgado, pero lo cierto es que son muchas las cosas que han ido cambiando a lo largo de los últimos años. Teniendo en cuenta que no hace tanto las mujeres en España no teníamos derecho al voto o a la educación formal, podemos decir que los “macro cambios” ya se han conquistado. No puedo evitar ser algo menos positiva cuando pienso en los “micro cambios” que aún tenemos pendientes.

En la base de la violencia de género y de tantas discriminaciones hacia la mujer, se encuentra una cultura patriarcal que, para pasar a ser definitivamente parte de nuestra historia, requiere de “pequeñas colaboraciones”, “pequeños esfuerzos” por parte de hombres y mujeres. Me refiero al esfuerzo de vigilar esas actitudes, esos comportamientos del día a día a los que quizás no damos importancia y que por eso se cuelan, pasan desapercibidos, se nos escapan. Me refiero a algo, tan sencillo y complicado al mismo tiempo como adoptar una actitud de auto-observación y crítica constructiva hacia nosotros/as mismos/as en pro de la coeducación. Porque sinceramente, ahora que no nos oye nadie, ¿educamos al 100% en la igualdad social?

Sirvan las siguientes preguntas para reflexionar: ¿Cómo nos comportamos en casa madres y padres?, ¿repartimos las tareas domésticas equitativamente?, ¿damos la misma importancia a las tareas domésticas unos y otras?, ¿damos la misma importancia y nos implicamos igual en la preparación de las tareas para el colegio, en el repaso de las materias?, ¿quién asiste regularmente a las tutorías, revisiones médicas, cumpleaños de amigos/as de nuestros hijos e hijas?, ¿damos el mismo trato, tenemos las mismas expectativas sobre ellos que sobre ellas?, ¿utilizamos un lenguaje no sexista cuando nos escuchan como esponjas?, ¿les facilitamos el mismo tipo de juguetes?, ¿prestamos atención a sus videojuegos, a sus comics para ayudarles a desarrollar una actitud crítica sobre la información que les llega?

Más allá de las fronteras de nuestras casas, teniendo en cuenta la importancia de la escuela como agente socializador, ¿qué hay de nuestra implicación con respecto a los centros escolares?, ¿conocemos el Plan de Igualdad del colegio al que asisten nuestros hijos e hijas? (¿sabemos acaso que existe?), ¿colaboramos en las actividades planificadas o proponemos otras nuevas sobre coeducación?, ¿conocemos a las personas responsables de coordinar estos temas en los colegios e institutos a los que van nuestros hijos y nuestras hijas?, ¿colaboramos desde las AMPAs para fomentar en las familias una actitud activa respecto a la educación no sexista?

Desde estas líneas felicito a aquellas personas que puedan contestar a todas estas preguntas afirmativamente. Reconozco igualmente y con cierto pudor que a mi me queda un largo camino por recorrer. Nuestra responsabilidad como madres, padres y/o profesionales es grande. Si queremos que nuestras hijas tengas las mismas posibilidades laborales y los mismos salarios que nuestros hijos, que puedan conciliar su vida familiar con la laboral y vivir al mismo tiempo (sobrevivir no es suficiente). Si queremos que nuestros hijos expresen sus sentimientos abiertamente, se corresponsabilicen en las familias que formen, logrando desarrollar y proteger la dimensión privada de sus vidas. Si creemos que pueden ir unos pasos más allá en el camino de la igualdad, del respeto y de la tolerancia, hagamos ese “pequeño esfuerzo”, ejerzamos esa responsabilidad, coeduquemos. Las estadísticas hablan, más bien gritan: aquí todavía hay mucho en juego.


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