jueves, 18 de abril de 2013

Terapia de pareja

Se conoce más el amor por la infelicidad que procura
que por la felicidad misteriosa
que aporta a la vida de los hombres

Émilie du Chatelet


Hace un tiempo escribía sobre lo difícil que es ser padre o madre hoy en día y ahora mismo pensaba que "ser pareja" no resulta mucho más sencillo. Me viene a la mente este tema con la llegada del buen tiempo, no por casualidad, sino porque, sin duda, este es el motivo de consulta más frecuente en verano (soy poco de estadísticas, pero aquella que dice que septiembre es el mes del año con más separaciones me la creo).


Cuando una pareja llega a consulta lo habitual es que el nivel de motivación, de disgusto, de pesimismo y/o de malestar no esté equilibrado. Generalmente una de las dos partes viene dejándose arrastrar por la otra. Hay quien viene a "juntarse" y quien viene a separarse, pero en todos los casos los problemas de comunicación suelen estar presentes: hablar únicamente para criticar o juzgar al otro, o no hablar en absoluto porque no queda ni un resquicio de esperanza de que el otro me entienda, son problemas habituales.

En otros casos, los problemas afectan a la pareja, pero se derivan principalmente de una de las partes, muy frecuentemente por heridas sin cicatrizar que se arrastran de relaciones previas y que llevan a un estado de inseguridad, celos y temores que minan poco a poco la relación; más, cuanto más importante y positiva resulte esta. Tanto en estos casos, como cuando uno de los miembros de la pareja no desea acudir a terapia, es posible hacer el trabajo de forma indirecta con la persona que busca esa ayuda para aprender a gestionar mejor su forma de actuar y sus emociones en el ámbito de la pareja.

De todo lo que se trabaja en consulta, en mi experiencia, se puede decir que los problemas de pareja son los más protocolizados. Hay ciertas normas que las dos partes deben cumplir durante la terapia: no hay terceras personas, los dos acuden siempre juntos a las sesiones (aunque luego haya ocasiones en que se trabaje por separado) y los turnos de palabra se respetan. En la primera sesión el objetivo es conocer la versión de cada miembro sobre lo que está ocurriendo, así como la manera en que cada uno está intentando arreglar esa situación (muchas veces lo que tratamos de hacer para solucionar los problemas tiene buena intención, pero malos resultados). A partir de ahí, se trata de redefinir en conjunto lo que está pasando y se empieza a trabajar sobre ello de forma práctica y concreta para transformar la desilusión en un sufrimiento funcional que acabe por reforzar a la pareja.

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