viernes, 11 de julio de 2014

Con mi pleno agradecimiento

Hoy, curiosamente, llevo un día de llamadas inesperadas, de antiguos pacientes que se han acordado de mí porque las cosas les van bien y se sienten agradecidos.

No sé si es por este motivo, porque estoy muy contenta con el estreno de la nueva sede de la consulta que me llena de ilusión, o porque es verano y parece que el ritmo se ralentiza un poco y ganamos en eso de tener tiempo para tomar conciencia de lo que vivimos, pero el caso es que me ha aflorado de dentro un enorme sentimiento de agradecimiento hacia mucha gente. Para un día que me pongo, empiezo desde el principio (perdón, perdón!).

Mientras estudiaba mi tercer año de carrera nos dieron la oportunidad de empezar a hacer las prácticas y yo (cada día debería dar las gracias por esto y todavía me quedaría corta) recalé en la consulta de Inmaculada Vallina (hoy "Conciencia Integrativa"). No tener experiencia clínica y dar con Inma está, con diferencia, muy por encima de que te toque la lotería, por su generosidad al transmitirte todo su saber, por su dedicación y porque su visión de lo que significa este trabajo es algo que te cala dentro y ya no te abandona nunca. A ti te debo no trabajar en clínica, sino vivir la clínica Inma.


Todavía me acuerdo de todas mis inseguridades y de todas mis dudas sobre si estaría o no preparada para trabajar en esto. Ser hija de Rocío Jurado no debe de ser fácil. Verte con todas tus lagunas, tan joven, al lado de Inma tampoco. Por eso, todavía me acuerdo del dolor de cabeza con el que volví a casa el día en que me ofreció trabajar con ella. Juro que tardé por lo menos un par de horas en darme cuenta de que lo que me habías ofrecido era eso, trabajar juntas, contigo, en tu consulta. Gracias por haber visto en mi, cuando yo ni lo intuía, ese “diamante en bruto” (te aseguro que por aquel entonces yo me veía mucho más el bruto que el diamante).

En la Universidad siempre hay profesores prescindibles y otros de los que te acuerdas ya para siempre, para toda la vida. Yo tuve la suerte de compaginar esos inicios en la consulta con la preparación del proyecto de investigación con Concha Fernández, otro ejemplo de trabajo, de energía y de comunicación. Todavía de vez en cuando me siento mal por haber abandonado aquel camino… pero la maternidad era algo que no podía esperar más tiempo y hoy miro atrás y me salen (perfectamente) las cuentas. Gracias Concha por confiar en mi (“siempre supe que podías hacer algo grande en clínica”… hay palabras que son un tren al que te subes).

A partir de ahí la vida ha seguido girando y aquí o allá, he tenido compañeros maravillosos (Isabel, que voy a decir de ti que sigues siendo un pilar fundamental de mi vida; Blanca, todavía me estoy acostumbrando a no tenerte al otro lado de la pared). De todos he aprendido mucho, pero seguramente no tanto como de cada una de las personas que a lo largo de todo este tiempo me han dado su confianza, porque han levantado un teléfono y sin conocerme de nada me han llamado y me han hablado de sus bloqueos, porque han venido con ilusión, con dudas, con escepticismo cuando alguien les ha dicho “vete a ver a Andrea”. Con cada uno de ellos he aprendido tanto sobre mi trabajo y sobre la vida… que hoy no puedo más que sentirme profundamente agradecida por dedicarme a lo que me dedico y por saber que estoy en el sitio y en el lugar indicado. Gracias.


1 comentario:

  1. Eres la mejor profesional del mundo...y nunca tendre palabras suficientes que agradezcan tu manera, acierto, humanidad y habilidad pa entrar en mi mundo y ayudarme a caminar

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