miércoles, 14 de agosto de 2013

Autoestima

Hoy en día creo que no me equivoco si digo que todo el mundo podría definir sin problemas qué es la autoestima. Es un concepto que empleamos habitualmente y que muchas personas sacan a relucir cuando acuden por primera vez a una consulta de psicología.
La sociedad en la que vivimos le da una inmensa importancia a todo lo positivo, a quererse, a sentirse bien con uno mismo y con los demás, a ser optimista, a ser feliz y admirable.

El problema que me encuentro habitualmente es que valoramos mucho ese punto de llegada que significa tener una alta autoestima, pero muchas veces no le damos ningún valor al punto de partida: el proceso de trabajo personal por el que desarrollarla. Muchas veces escapar o evitar se convierten en las maneras más frecuentes de tratar de asumir nuestros problemas, de ganar tiempo para no tener que mirar de frente una realidad incómoda. En ocasiones, con la mejor intención, creamos para nosotros la realidad que luego sufrimos, haciendo trizas nuestra autoestima.

Un psicólogo es ese profesional, que de forma respetuosa y sin emitir juicios, orienta a la persona que solicita su ayuda a recorrer el camino que hará que la autoestima se recupere. Sin sustituir al paciente, sin hacer el trabajo por él, sin ser directivo. Aquel que guía, facilitando que la persona tome conciencia y desarrolle recursos para saber gestionarse mejor (ya signifique esto responsabilizarse con su salud, afrontar determinados temores, salir de relaciones tortuosas, o reducir los niveles de ansiedad).

Me ha dado hoy por hacer estas reflexiones porque son ya 15 años de mi vida dedicados a esta profesión que tanto me ha aportado y que me ha permitido aprender de hombres, mujeres, mayores, niños y adolescentes. Son muchas las personas que han pasado por mi consulta en este tiempo y a las que admiro muchísimo. Todas tienen en común lo mismo: la valentía de querer mirar de frente sus fantasmas para liberarse de ellos, la de saber que todo camino por largo que sea, empieza siempre por un pequeño paso. La de hacerse responsables de sus vidas, cuando van bien y cuando van mal. Las que han aprendido a mirar el presente con los ojos del presente.

Un abrazo a los que hace mucho que no veo y a los que en estos momentos comparten conmigo sus baches (especialmente para ti Cinta, que sé que lo necesitas y que tanto me animas a actualizar este blog, generalmente abandonado a su suerte por escasez de tiempo).


1 comentario: